En el cristal de arriba,
todos boca abajo.
Unos duermen,
otros sueñan.
El chico de labios carnosos
ardiendo bajo su piel de ébano
lijada de sol y arena,
hombría de pelo negro
y pupila oculta.
El latino oscuro de los ojos gris prestado.
La Chica de las cejas pre-púber,
pre-cera, pre-vanidad adquirida.
La señora que revive,
semiurbanita,
travesaño a travesaño,
países que ya no son.
El ridículo espantajo
que procura aprisionar,
en vano, por supuesto,
la paloma de la juventud
que tanto hace
alzó el vuelo.
La pequeña que, rendida al sueño
ya dejó de preguntar
si habíamos llegado.
El mafioso de mirada celestial,
sibilina,
odio carnavalesco en los humores gris perla
que le anuncian a distancia.
El vaquero ajustado que insinúa, que grita
excitado sin dejar ver,
sin dejar de exhibir
pliegues inguinales
de erostismo sin destilar.
La uña sin cortar
en el meñique,
cuyo significado ignoro.
El campo parado y quieto
mientras volamos
sin prestarle atención,
la nube preñada de amor líquido
buscando consuelo
en un risco desolado...
Y yo entre tanto,
entre aquí
y un poco más allá,
con la cabeza dando vueltas,
pensando, tan solo,
que solo quiero
seguir vivo
para poder seguir cantando,
aunque sea
a un viaje en tren cualquiera...
miércoles, 5 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario