Abre las puertas de esta despensa...

De pequeño, mi repulsión irracional hacia el deporte, y mi obtusa tendencia a estar solo, propiciaron que mi deporte favorito consistiera en encerrarme en la despensa de casa, justo bajo la escalera.Tan confinado espacio, repleto de latas de conserva, pastas, legumbres y botes de Cola-Cao, fue campo de cultivo ideal para las semillas que mi imaginación derrochaba, como era propio a mis escasos años. Fui allí presentador, mago, científico loco y decorador del Un, Dos, Tres... Fui todo lo que quise en cada momento. En modesto homenaje a aquel cubículo preñado de ilusión, vaya este blog donde ser otras mil cosas, ahora que los años no son tan pocos...Abre la puerta y entra en mi despensa, tal vez, aunque sea por un segundo, tu ansia de curiosidad infinita sea, como lo fue la mía en su momento, saciada.

PS. Se admiten comentarios y crítica constructiva, al fin y al cabo es la mejor base para mejorar.



sábado, 6 de marzo de 2010

Apuntes

Apuntes.

Ya se fue la chica de bufanda arcoiris,
La calle loca de viento impertinente
y gotitas insidiosas.

La chica de comedias sonríe en la revista,
el cuaderno manchado del aceite
que rompió tu ayuno.

Un ángel que no está en venta espera en su tienda,
adornado de vida propia
y artículos de regalo.

El chico de negro no es guapo
y rezuma inocencia apuñalada,
sus labios no estallan de puro pudor.

Apuntes.

El chico que murió sin renunciar al dolor
sigue bailando en tus fantasías
de adolescente.

El crápula de la voz cascada
sigue pariendo versos a través de un altavoz.

El camarero bajito se intuye apenas
tras la barra,
su sonrisa sucia, sincera,
untando el local a rachas
de momentos tierniduros.

Apuntes.

El vaso de café está casi tan vacío
como tus noches
de catre huérfano.
El pan pide sal a la vida.

Cae al suelo el bolígrafo,
restallando en los tímpanos del verbo escrito
su tacto plástico de antaño.

El chico de la cojera cobra
muy caras las paradas.

Algún idiota esconde
campanarios calizos
tras políticas locales...
Marujas de corbata y peluquería.

La sangre no lava tu ropa,
la honra es un término en desuso,
dilema de academias...

Apuntes.

No vuelve la chica de bufanda arcoiris.

Tú hace rato que tampoco llegaste.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Te Busqué

Te busqué en los recodos marchitos

De amores a solas,

En el hueco marfil, laberinto

De las caracolas,



En la tarde que no difería

De cada mañana,

En muñecas de trapo desnudas

De piel porcelana,



En pasillos a ninguna parte

Que horadan el seso,

En un libro, un poema, en el arte

De darnos un beso,



En cazuelas, en ollas, en voces

De acero apagadas,

En cochuras, en ebulliciones,

En almas montadas,



En la música rota de un hombre

Que plancha sus miedos,

Supernovas quebradas de soles

Que nunca nacieron.



Te busqué en un gramófono sordo,

En un disco sin surco,

En el cuerdo discurso del loco

Que vive desnudo,



En las notas agudas que escapan

De un limón helado

Ensartando las sienes de agujas

Por todos los flancos,



En los actos primero y segundo

De “Farsa Macabra:

Soliloquio de Dos Trotamundos

Que Quieren y Callan”



En un sueño, en un vaso, en un beso

A nivel sin barreras,

En el fondo, clavado en el centro

Del mar de las fieras,



En violáceos ladrillos mojados

De tierras extrañas,

En las huelgas de ojos abiertos

Contra las legañas.



Te busqué en ediciones facsímil

De mis sentimientos,

En valientes que anulan milicia,

Cuartel y sargento,



En los cutis marrón cordobán

De arruga exiliada,

En gamberros a lo Peter Pan

Violadores de hadas,



En cantinas de apunte y cafés,

Cartabón sin escuadras,

Líneas rectas cuadradas sin regla,

Lecciones de barra.



Te encontré en dos canicas de agua

Color avellana,

En las ganas enormes de no

Quedarse con las ganas,



En el rojo sangrante sin sangre

De un polo ajustado,

En vaqueros azul asfixiante

De muslo apretado,



En insomnio despierto a conciencia

Aquel uno de enero,

En jarabes contra la inocencia

Bebidos a pelo,



En abrazos de almas hermanas

Que no son familia,

En la muerte siempre celebrada

Del mal de la envidia,



En la cruel vacación del arresto

En tu domicilio,

En la triste canción de los muertos

Que piden auxilio.



Te busqué, te encontré, mas resulta

Que nunca te tuve

Y hoy te escribo bañado en un sol

Mutilado de nubes…

No Lo Sé

Herido de la hora

De la siesta,

Entre un telediario

Y un café,

Entierro de edredón

E ideas sordas,

Orgasmo imaginario

Que no fue,

Oí un sollozo amargo

Que a mi lado

Decía entre suspiros:

No lo sé…



Volví mi rostro aojado

entre las mantas.

Sentada sobre ellas

Pude ver

Mi alma

Que gemía entre silencios:

No lo sé…



¿Qué te sucede, niña?

¿Por quién esos suspiros?

Pregunté.

Sus ojos infinitos

de fantasma

Responden sin pensarlo:

No lo sé…



Miraba sin mirarme

Aquel espectro,

Que hablaba sin hablarme,

La toqué.

Pestañas en riada

Lamentaban:

No lo sé…



Extiende extremidades

Inventadas,

Aprieta contra mí,

volátil sien…

¿Podrás salvarme tú

que me condenas?

Responden medio ahogadas

Mis palabras:

No lo sé…

Cuestiones Blindadas

Qué de iniciales tiene este abecedario,

Cuántas canciones tiene este recital,

Cuánto amor no explicado en el recetario

Del cariño paso a paso

Que nunca llegué a comprar.



Qué de vértices tiene este tetraedro

¿Cuántas combinaciones salen de aquí?

Qué matemática la del sentimiento,

Números pares enteros,

Ecuación por reducir.





Qué juicios de valor a puerta cerrada,

Cuánta emoción guardé en el congelador,

Cuántos cojos de alma dando patadas,

En aceras desgastadas

Al paso del desamor.



Cuánta lluvia de sol esta primavera,

Cuántas moralidades por cuestionar,

Cuántas ideas viejas que se hacen nuevas,

Cuánta manta y carretera,

Cuántas cartas por echar…



Qué años retrocedidos de un solo beso,

¿Cuántos nombres cabrán en un corazón?

Cuánta lágrima ardiente guarda el deseo

En las yemas de unos dedos

Que no te han dicho que no.



Qué adivinanza adulta de ojos de niña,

Qué cabello tan alto aún por trepar,

Rapunzel se cansó de estar recluida

En una torre sin vida

Sin puertas de par en par.



Qué fuerte detonación por interrogantes,

Cuánto futuro incierto por conjugar,

Ir hacia atrás es igual que seguir p’alante

Caminando por la calle

De No Sé Qué Contestar.



Qué de ilusión implicada en cada detalle,

Cuántos pellizcos fuertes a la razón,

Qué poquito mandan los navegantes

Si el patrón que les atañe

Manda con el corazón…



Para alguien que lo está pasando mal y bien a un tiempo, y a quien estas cuestiones se le aparecen blindadas y casi sin respuesta. Tú sabes quién eres.

Alegría

Felicidades que no caben en poemas

Sonrisas que abrasan el papel,

Aguas bravías de salto de presa

Furias amables por no contener



Límites derruidos de alegría

Pálpitos de línea insuficiente,

Ánimos de adiós melancolía,

Marchitas depresiones sonrientes.



Amaneceres de explosión sorda,

Renaceres de ceniza almibarada,

Entierros de tristezas que se ahogan,

Licores de alegrías destiladas.



Pálpitos que anuncian primaveras,

Calores que proclaman el verano,

Otoños de agua clara en las aceras,

Inviernos de edredones enredados.



Renglones de sentencia aligerada,

Sesudas charadas irrisorias,

Angustia que ya no pinta nada

Exiliada en un rincón de la memoria.



Trompeta atronadora en estas sienes,

Albricia consumada en los bolsillos,

Mal pisoteado por los bienes,

Abrazos al amante aún dormido.



Gemidos de placer a fuego intenso,

Pucheros de contento en el fogón,

Postre a carcajadas entre besos,

Obertura en sol mayor de corazón.

He Crecido II

He visto almas de uniforme,

He aguado ojos encendidos,

He dado a luz aunque soy hombre,

He crecido.



He barajado mis opciones,

He sopesado y decidido,

He asimilado mis errores,

He crecido.



He conocido tierras nuevas,

Hasta de un burro he aprendido,

He pateado mil aceras,

He crecido.



He castigado a cien Don Juanes,

He despintado coloridos,

He perdonado a los rufianes,

He crecido.



He canjeado mis cupones,

Resucitado lo vivido,

He conjugado mis canciones,

He crecido.



He saludado amaneceres,

He despertado anochecido,

He madrugado atardeceres,

He crecido.



He conversado con un ángel,

He profanado lo divino,

Pecado in nomine Pater

He crecido.



He lamentado poca cosa,

He aprovechado lo sentido,

He mantenido virgo rosae,

He crecido.

Amanecer

Abrió los ojos la palomita, y aún estaba oscuro.

Hacía frío por todas partes y estaba oscuro todavía.

La palomita movió espasmódicamente los párpados oxidados y se percató del oscuro que la sepultaba.

El frío aún entumecía sus alas tiernas. Sonaban en la distancia ruidos amortiguados por la oscuridad. Confusos. Una campana en una torre, un gallo en un corral.

Abrió los ojos más la palomita. Intentaba penetrar la negrura sólida, sórdida y extraña que aún la sepultaba.

Cada vez más cerca, cada vez más fuerte, colábanse los sonidos entre la espesura. Abriendo los ojos, empezó a comprender la palomita.

Amanecía en derredor, pero el sol aún no se veía. Los signos sin embargo, eran inequívocos. Las campanadas de la torre, el desgañitado canto del gallo, el olor a rocío entre las piedras.

Aún estaba oscuro, a pesar de los ojos abiertos.

Saludaba ya la torre los primeros hilos de color naranja madrugador. Restregaban los zagales sus legañas entre bostezos, corrían los perros por la calle a trote suave. Todo se despertaba en derredor. Dentro, sin embargo, seguía oscuro.

Separaba a conciencia la palomita sus párpados oxidados, reuniendo las fuerzas que creyó extinguidas durante la noche. Noche mal dormida en aquella loma desierta, sobre aquél árbol muerto y quebradizo, que tan recio se le antojó en la confusión del crepúsculo. Separaba a conciencia los párpados…¡Le costaba tanto ver! Cerró los párpados en un quejido sordo

La noche había sido larga, insidiosa, extrañamente atípica. Abrió los ojos la palomita una vez más… ¡También ella quería amanecer!

Respiró fuerte a través de su piquillo mojado y breve. Notó cómo se inflaba entera, cómo se desperezaban sus alas tiernas de junco temprano. Tomó conciencia de su despertar difícil, y esperó.



Esperó…



Volviéronse a un tiempo todas las caras hacia la loma yerma del árbol muerto. Un estrépito de inmensos cristales rotos invadió los corazones.

Saltó en pedazos, volando en cada dirección, la sepultura negra de oscuridad fría. Un ruido inmenso como la música del cielo clavó a todos en sus sitios. El pregonero dejó su griterío, el perro cesó su ladrido, la viuda cesó su llanto impostor. Y en medio del estruendo se forjó un ensordecedor silencio de alma nueva. Despertar tranquilo. Amanecer poderoso.

Volvió a romper el silencio un ruido, mayor si cabe, que los anteriores. Un ruido de alas tiernas desplegadas. Alas rotundas como montañas. Alas inmensas. Alas infinitas.

El fragor de aquellas naves eclipsó por un instante al sol. El pueblito quedó en penumbra blanca, bajo aquel manto de envergadura fantástica.

Sobre la loma, un ángel, un animal, un espíritu, una maldición, un milagro… Nadie se puso de acuerdo. Tembló el suelo en un calor atronador que no dejó un solo corazón quieto. Volvían a ladrar los perros enloquecidos, calló de alegría el pregonero, estalló en carcajadas la viuda en su libertad estrenada…



Abrió los ojos la palomita, hacía rato que había salido el sol.



Sobre la loma, tras la oscuridad pesada rota de un plumazo, la palomita se desperezaba en una sonrisa magnífica de alas abiertas.