Abre las puertas de esta despensa...

De pequeño, mi repulsión irracional hacia el deporte, y mi obtusa tendencia a estar solo, propiciaron que mi deporte favorito consistiera en encerrarme en la despensa de casa, justo bajo la escalera.Tan confinado espacio, repleto de latas de conserva, pastas, legumbres y botes de Cola-Cao, fue campo de cultivo ideal para las semillas que mi imaginación derrochaba, como era propio a mis escasos años. Fui allí presentador, mago, científico loco y decorador del Un, Dos, Tres... Fui todo lo que quise en cada momento. En modesto homenaje a aquel cubículo preñado de ilusión, vaya este blog donde ser otras mil cosas, ahora que los años no son tan pocos...Abre la puerta y entra en mi despensa, tal vez, aunque sea por un segundo, tu ansia de curiosidad infinita sea, como lo fue la mía en su momento, saciada.

PS. Se admiten comentarios y crítica constructiva, al fin y al cabo es la mejor base para mejorar.



domingo, 16 de mayo de 2010

Hasta Pronto

Cuando te fuiste para emprender la vida que querías, niño de mi alma, sólo un regalo podía hacerte, mis palabras. Vayan aquí como recordatorio. Sabes que te quiero siempre.

Hoy que te marchas, niño, quisiera darte
Una sonrisa fuerte para guardar,
Semillas resistentes que despertasen
Esa costumbre de amarte
Que aún no sabes cultivar.

Un piropo sencillo que te creyeses,
Un espejo que nunca temas mirar,
Un corazón repleto de exquisiteces
Desbordando sus paredes
Inundando las demás.

Una palabra simple que cale hondo,
Un aliento de fuerza para seguir,
Un poema profundo como los pozos
Verde agua de tus ojos
Que hoy me enseñan a reír.

Una mano al borde del precipicio,
Un apoyo en el muro que has de trepar,
Tres gerundios por cada participio,
Un verso blanco sin ripios,
Una brújula en el mar.

Una peli de risa, un videojuego,
Un sofá que amortigüe cualquier desliz,
Un “hasta pronto, amigo”, un “hasta luego,
Ojalá encuentres tu imperio,
Tu lugar, tu emperatriz”
.
Un recuerdo agradable que nunca olvides,
Un silencio preñado de comprensión,
Un hombro de lágrimas juveniles,
Un invierno y veinte abriles,
Dos trozos de corazón.

Aunque te marchas, niño, quisiera darte
Todo aquello que sé que no puedo dar,
Déjame al menos mil gracias hoy regalarte,
Porque pude acompañarte
Un trecho en tu caminar.

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