viernes, 30 de septiembre de 2011
¿A qué os dedicáis, sueños fugados del Alcatraz de mi subconsciente?
Ayer partíais de no se sabe bien dónde, hacia aquellos acantilados de roca amarillenta que ocultan los cocodrilos que merodean los bajos fondos escuálidos, muertos de hambre... José Javier trepaba a mi lado. Más bien trataba de seguir, como yo, de una pieza sobre aquellas rocas y bajo aquél cielo añil que nos cubría. Yo sabía que me deseaba, que ambos podíamos llegar a ser uno en cualquier instante... Y entonces aparece ella... mi compañera de trabajo número 1. Con su pantalón absurdamente corto y estrecho. Su canalillo obscenamente amplio y visible. Me empieza a hablar de no sé qué... temas de trabajo supongo... burros en apuros, jefes encabritados... ¿Qué diablos haces sobre el precipicio cuando estoy a punto de intimar, en estas alturas rugosas, con el chico de mis sueños? Vamos, lárgate... no articulo palabra, pero sigo pensando que no debías estar ahí... me da igual si te escoñas, guapa. lo que quiero es seguir mi vida...
De repente, cambio de decorado. Mansión de cortina pesada y salón solemne, todo en verde jade veteado en blanco roto. Sofás de perfil y borde dorado. Lámparas pastel en las esquinas... Palabras sibilantes y sigilosas... José Javier vestido de azul y rojo lascivo. José Javier dispuesto como pocas veces dispuesto... y allí aparece ella, compañera de trabajo número 2. Obesa. Con el pelo insultantemente manostijeras... la boca cerrada, eso sí, con una presencia tan omnipresente que se deshacen José Javieres y Cristos que allá aparecieran... con una presencia que vale más que mil palabras... ¿Qué diablos hace ella aquí?
Beso cuasi robado, besus interruptus, compañera número tres que sale de chiqueros como un toro enfurecido. Sexo inútil que se retira a sus aposentos de calma no deseada... ¿Qué ocurre en esta vida?
Trabajo versus orgasmus....
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