Abre las puertas de esta despensa...

De pequeño, mi repulsión irracional hacia el deporte, y mi obtusa tendencia a estar solo, propiciaron que mi deporte favorito consistiera en encerrarme en la despensa de casa, justo bajo la escalera.Tan confinado espacio, repleto de latas de conserva, pastas, legumbres y botes de Cola-Cao, fue campo de cultivo ideal para las semillas que mi imaginación derrochaba, como era propio a mis escasos años. Fui allí presentador, mago, científico loco y decorador del Un, Dos, Tres... Fui todo lo que quise en cada momento. En modesto homenaje a aquel cubículo preñado de ilusión, vaya este blog donde ser otras mil cosas, ahora que los años no son tan pocos...Abre la puerta y entra en mi despensa, tal vez, aunque sea por un segundo, tu ansia de curiosidad infinita sea, como lo fue la mía en su momento, saciada.

PS. Se admiten comentarios y crítica constructiva, al fin y al cabo es la mejor base para mejorar.



miércoles, 5 de mayo de 2010

Cuentos

Cerró de un carpetazo
el libro de cuentos
y comprobó, contrariado,
que las casas
no acababan en triángulo,
ni tenían ventanas redondas,
las casas eran planas, cuadradas...
y las puertas,
rectas.
El tejado,
sin tejas.

En su pueblo
no había bosques,
no encontraba arbustos siquiera,
sólo el movimiento incierto
al viento de la tarde
de los olivos quietos,
su marcha draconiana,
militar y ordenada,
en verdes viejos
de soldado oleico
por la paz.

En las páginas cerradas de aquella fábula
ninguna niña
vestía con caperuza.
Aunque los lobos hablaban,
y los cerdos
construían,
las princesas no encontraban al galán
por un zapato perdido
y besar a una rana...
era de enfermos.

Fuera de aquellas tapas de cuerecillo multicolor
el mar quedaba lejos,
los barcos colgaban de las paredes
o en alguna estantería,
los palacios eran mentira,
el pelo más largo apenas
llegaba al culete de Silvia
y no conseguía imaginar
el rostro de una chica
blanco como la nieve...
Allí jamás nevaba...

¿Qué era una Madrastra?
¿Qué era una hermanastra?
¿Porqué al final, simpre, invariablemente,
Alguien resultaba muerto?

Dejó caer, contrariado,
al suelo el libro de cuentos,
no le gustaba ese mundo,

el mundo, su mundo,
era, sencillamente,
otro.

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