Déjate envolver como una crisálida pasajera
Por estos ojos que jamás
Te harán prisionero, sino para darte alas…
Déjate saborear por la mirada
De quién nada espera de ti
Salvo tu belleza eterna y simple,
Tu hermosura perfecta,
La calidez de tus líneas
De tinta china,
Perfilando tus pestañas, tus cejas,
Tu labio dulce y jugoso,
Tu rotundidad masculina…
Déjate querer de lejos y de cerca,
Dame la sal de tu cuerpo para que nunca cese
Mi sed de ti,
Pero cálmala con la fuente fresca
De tus entrañas
Para que nunca se seque mi garganta…
Déjate tomar por completo
Que no será un robo,
Sino un dulce pecado compartido
Sin castigo ilusorio.
Ríndete sin armas porque yo
No te haré rehén de nada,
Salvo que desees mi volátil prisión
Sin paredes
De cama blanda y sábana traviesa,
De almohada amable
Y sexo salvaje,
De cariño sincero y hombro
De las lamentaciones…
Déjate sentir la piel
Por la piel de estas manos
Que imploran el paisaje vivo
De tu carne…
Déjate, abandónate, cédete
A este corazón
Que, sencillo y grande,
Tiene desde siempre sitio para ti
Y una puerta abierta
Para que te vayas,
Sin cadenas, ni espinas…
Para Alberto M.
lunes, 23 de mayo de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario