Abre las puertas de esta despensa...

De pequeño, mi repulsión irracional hacia el deporte, y mi obtusa tendencia a estar solo, propiciaron que mi deporte favorito consistiera en encerrarme en la despensa de casa, justo bajo la escalera.Tan confinado espacio, repleto de latas de conserva, pastas, legumbres y botes de Cola-Cao, fue campo de cultivo ideal para las semillas que mi imaginación derrochaba, como era propio a mis escasos años. Fui allí presentador, mago, científico loco y decorador del Un, Dos, Tres... Fui todo lo que quise en cada momento. En modesto homenaje a aquel cubículo preñado de ilusión, vaya este blog donde ser otras mil cosas, ahora que los años no son tan pocos...Abre la puerta y entra en mi despensa, tal vez, aunque sea por un segundo, tu ansia de curiosidad infinita sea, como lo fue la mía en su momento, saciada.

PS. Se admiten comentarios y crítica constructiva, al fin y al cabo es la mejor base para mejorar.



lunes, 30 de mayo de 2011

Otra Vez

Gané a pulso aquel certificado
De apoyardamiento,
Justo premio a mi yo desgastado,
Callejas sin cuentos,
Mis gastadas ganas de ganar
Mi ticket sin premio,
Mi obsesión vestidita de azar,
Mi oficio sin gremio…
Te miré sin llegar ni vencer,
Acepté mi derrota,
Por tu pasarela desfilé
Sin quitarme la ropa.
Quise hacer una finta al destino
Y guardarte en mis brazos,
¿Quién puede echar un pulso a su sino
Creyéndose manco?
Te canté en mil palabras de amor
Y unas copas de vodka,
Te lloré en un vacío colchón
Preñadito de rocas,
Te palpé sin manos al pasar
Por la acera de enfrente,
Camiseta, vaqueros de sal,
Cuerpo y alma caliente.
Manejé tu imagen distraída
En aquella parada,
Pierna, pulso, emoción contenida,
Y mi nave varada.
Pude paladear sin papilas
Tus dulces palabras,
Tu sonrisa, el licor de tu axila,
El lunar de tu espalda.
Me perdí en las montañas sin nombre
Que abrazan tu seno,
Explorando tus formas de hombre
Con dedos ajenos.
Envidié sin medida a la idiota
Que anida en tu cama,
Que te quita sin precio la ropa,
Te lame y te ama.
Deseé que aunque no te tuviese
Pudiese imitarte,
Que mi cuerpo el tuyo pareciese
En mí poder amarte…
Desperté del ensueño fugaz
Del tañer de mis huesos,
La presencia divina y mordaz
Del sabor de tus besos,
Contemplando una mañana gris
Como cada mañana,
Saboreando ninguna perdiz;
Ni flores ni espadas…

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