Mis manos carecen de vista y olfato,
Mi corazón late gracias al café,
Mis ojos se visten de pata de gallo,
Mi boca sin tacto no sabe morder.
Mis rezos se encuentran con cielos desiertos,
Mis noches no encuentran cómo amanecer,
Mis nubes de lluvia prefieren al viento,
Mis charcos disfrutan si vuelvo a caer.
Mis parejas huelen a cuento de críos,
Mi niño camina a golpe de bastón,
Mis helados saben a amor derretido,
Mi yo tiene forma de televisión.
Mis sábanas blancas de amor solitario,
Mi negra esperanza de resolución,
Mis ratos marrones de sexagenario,
Mi roja saliva, mi verde pasión.
Mis cabos de gata sobre zinc caliente,
Mi madre que todo dice que me dió,
Mis mares adentro, mis ríos de gente,
Mi bestia, sin bella, fea se quedó…
Mis rosas de esparto descalcificadas,
Mis nardos sin caderas que apoyar,
Mis azaleas enanas de hoja calcinada,
Mi casa sin una flor de Navidad.
Mi disco rayado de amores ausentes,
Mi mina de oro que nunca existió,
Mi fútil intento de dormir caliente,
Mi carta que Santa nunca recibió.
Mis juegos perdidos por no hacer trampas,
Mis reglas rajando tablas a granel,
Mis firmes principios sin fines que acaban,
Mis diques resecos cuando tengo sed.
Mis palabras saben a gloria pasada,
Mis pasos conducen a ningún lugar,
Mi nevera está más llena que mi cama,
Mis sueños no sueñan con resucitar.
miércoles, 17 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario